viernes, 10 de junio de 2011

Poder elegir


Libre albedrío
Si bien venimos al mundo con una estructura física determinada y un genoma establecido, este determinismo corporal no es el que va a definir que historia de vida tendremos, ya que si bien es cierto que nuestra estructura esta definida, ella solo marca las bases sobre la que se abren un sinfín de posibilidades viables en el que podremos desarrollar nuestro vivir. Pero, ¿cuál de esas posibilidades elegiremos?, ¿cuál de entre todos estos libretos convertiremos en nuestra película? ello dependerá exclusivamente de nosotros y de la historia de interacciones que establezcamos muchísimos factores medioambientales, pero fundamentalmente será diseñado por nuestras elecciones.
El biólogo Humberto Maturana nos explica "En tanto Homo sapiens sapiens, todos comenzamos con el mismo campo fundamental de posibilidades humanas. Así, cada niño será el ser humano que su historia configurará en un proceso de epigénesis – proceso que va mas allá de la genética - en el que lo que pasa, surge en la transformación de la estructura inicial de manera eventual a la historia del vivir en la que niño y circunstancias cambian juntos de manera congruente. Es en el manejo de las circunstancias, del espacio de convivencia en que el niño, el joven o el adulto crece, donde está la responsabilidad y la tarea del educar porque cada uno de nosotros es y será, de una u otra manera, según cómo vivamos. Y ello depende en gran parte de nuestras elecciones".
Por lo tanto llevamos cargando toda la vida las consecuencias de nuestra libertad de elección y nuestra responsabilidad de ser coherentes con nuestras elecciones. Somos libres porque escogemos nuestras acciones sabiendo que tienen siempre consecuencias y somos responsables en el momento en que reflexionamos sobre las consecuencias de esas acciones y cuando las aceptamos o no. Somos responsables porque en cualquiera de estas dos formas, estando de acuerdo o no, gustándonos lo que hicimos o no, nos hacemos cargo de nuestras acciones. Porque ser responsable es hacerse cargo también de nuestros errores. No ser responsables es mentirnos a nosotros mismos y al entorno en el momento que nos desentendemos de ellos.
Al ser responsables y libres, el curso de nuestras acciones pasa espontáneamente a depender de nuestras voluntades, y del ser conciente de ellas. Al querer ser capaz de hacer todo lo que haga siendo responsable de ello, me exige tener que reflexionar  sobre mi comportamiento.
Muchos grandes pensadores se refirieron a las posibilidades de elección de la persona y a los condicionamientos que debieron enfrentar también en situaciones terriblemente extremas. Tal es el caso de Víctor Frankl que en su libro “El hombre en busca de sentido" se preguntaba ¿Qué decir de la libertad? ¿Será cierta la teoría que nos enseña que el hombre no es más que el producto de muchos factores ambientales condicionantes, sean de naturaleza biológica, psicológica o sociológica?
Su respuesta fue muy convincente: “Los que estuvimos en un campo de concentración recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el ultimo trozo de pan que les quedaba. Eran pocos, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa; la última de las libertades humanas – la elección de la actitud personal  ante un conjunto de circunstancias – para decidir su propio camino”.
Si bien nuestra libertad esta condicionada por situaciones que nos son ajenas, la mayoría de las veces, nos queda un margen de elección, y ni nuestra genética, ni nuestros valores morales, ni nuestra educación no dejan de ser otros más de estos condicionamientos, pero ninguno de ellos, aislados de nuestra voluntad, determinarán cual será nuestra conducta.
Jean Paul Sastre, el filósofo existencialista francés, mantenía que el ser humano existe, sólo en la medida en que se inventa a sí mismo, es decir, el ser humano ejerce una libertad a la que “está condenado”, el asume o da sentido a las determinaciones que condicionan su vida, y no deja que esas condiciones hagan de él, algo de acuerdo a lo que ellas eran antes o después de ejercer esa elección. El ser humano es “trascendente”, es un ser “condenado” a la actividad, responsable de que las cosas marchen, tanto que sigan como están o que se vuelvan diferentes.
Erich Fromm  decía que “la existencia humana se caracteriza por la libertad. Su significado varía de acuerdo con el grado de autoconciencia que tenga el individuo y de su concepción sobre sí mismo como un ser separado e independiente de la naturaleza y de los otros hombres que lo rodean”. Fromm sostenía que la identidad de una persona se compone por necesidades afectivas (sentimientos), cognitivas (conciencia de sí mismo y del vecino como personas diferentes) y activas (el ser humano tiene que "tomar decisiones" haciendo uso de su libertad y voluntad).
Si bien hay ciertos elementos que nacen con el individuo, podemos decir que la identidad del ser humano en su mayor parte se va construyendo a través de la vida como parte de un proceso social del cual es partícipe.
En resumen, a pesar de haber nacido Homo sapiens, sexualmente definido, genéticamente  determinado y socialmente establecido, el ser humano construye su historia a lo largo de toda su vida escogiendo nuevas facetas de su subjetividad. Las fuentes de estas elecciones son su identificación con cualidades, valores y conductas expuestas por otros individuos con los cuales comparte entornos determinados en distintos períodos de su vida, como pueblo, clases sociales, género, religión, etnia o nación. La construcción de nuestra identidad esta siempre relacionada con la existencia de otras personas porque si bien nacimos Homo sapiens solo a través del contacto que mantengamos con otras personas y de la interacción que tengamos con ellas a lo largo de nuestra vida, nos volvemos seres humanos.